Para muchos temas tengo claro que soy un idealista, es decir, un iluso. Supuestamente las federaciones deberían ser, al menos a mi entender, clubes, asociaciones que ayudaran a la gestión del fútbol desde dentro. Poner normas, favorecer y organizar competiciones, asesorar a los clubes y a los futbolistas... y de haber rendimientos, revertirlos a aquellos desfavorecidos de este deporte. Lamentablemente los ejecutivos gestionan poder y dinero y se dejan los objetivos sociales en segundo plano.
Si nos fuéramos a la cúspide de la pirámide futbolística tenemos a FIFA y sus asociadas UEFA, CONMEBOL, CONCACAF, etc incrementando su negocio y competiciones y enfrentándose a clubes y gobiernos. Es difícil ver labor social alguna más allá de las campañas sobre el respeto y contra el racismo. Sí que hemos visto a varios de sus ejecutivos con problemas legales.
¿En España es distinto? Lamentablemente no. Villar dejó un emporio mediático y publicitario de lo más rentable bajo la sospecha de la corrupción.
Rubiales ha heredado y mantenido la pelea con los clubes profesionales. Han escapado de su esfera de control. Sólo puede condicionarles vía arbitrajes, gestión de calendarios y con el reglamento. Percibe una parte del pastel televisivo sin poder gestionarlo como quisiera.
¿Qué pasa con el fútbol desde segunda B hacia abajo o el fútbol femenino?
La segunda B debido a la pandemia y a la suspensión de los descensos se fue a más de cien equipos. La solución ha sido dividirla en la Primera y la Segunda RFEF. Solución que podía ser interesante y creativa además de necesaria.
Pero ha puesto un escalón más a los equipos de las categorías más humildes y ha generado expectativas difíciles de cumplir y varios incumplimientos, pues junto a la promesa de contratos millonarios de televisión (cuyo titular es la Federación y cuya cuantía ha sido muy inferior finalmente) ha llegado la supresión de varias ayudas como la que compensaba los gastos de seguridad social por profesionalización.
A esto añadamos los nuevos avales y los exigentes requerimientos de salarios mínimos, instalaciones y composición de las plantillas. Muchas quejas se han dado en clubes humildes cuyos ingresos se limitan a abonos, entradas, publicidad estática de empresas locales y la rifa del jamón.
En el fútbol femenino, vivimos el escarnio de la profesionalización. Durante la firma del convenio, la federación trató de ofrecerse como señor Lobo del problema. Adelantaría todo el dinero para salvar el incremento de costes salariales que traía el convenio.
Es lógico que la Federación ayudase a las futbolistas, pero no era dinero a fondo perdido. La clave radicaba en la compra de los derechos de televisión. Los clubes se negaron. No obstante la Federación fomentó la entrada de las televisiones de los clubes en las transmisiones.
Con el convenio firmado, la Federación Española reventó la liga Iberdrola y dado que la misma no era profesional, impuso su propia liga, la Primera Iberdrola, a la que dió el status de profesionalizada. Esta denominación absolutamente inventada y carente de cobertura legal significa un cierto status de autonomía de los clubes en la organización, si bien es la Federación la titular de la misma y por tanto dueña de los derechos de televisión.
Y aquí llega la clave de la jugada. Existe la posibilidad de constituir una Liga de Fútbol Profesional. Basta con que los clubes firmen unos estatutos por unanimidad, pero la Federación ha sembrado la discordia en todo este proceso y Barcelona, Real Madrid y Athletic no los aceptan al incluirse la venta centralizada de derechos.
El Gobierno anunció la profesionalización para esta temporada pero no ha llegado y además el operador televisivo anterior (Mediapro) ha roto el contrato. Ahora mismo no hay más que retransmisiones sueltas, con el consiguiente perjuicio económico.
Las jugadoras, cansadas de este parón, ven como algún equipo no cumple llevando médicos o fisioterapeutas a los partidos (el Rayo Vallecano). Entiendo perfectamente que vayan anunciando una huelga, como tuvieron que hacer para conseguir el convenio colectivo.
Y mientras tanto la Federación mantiene su postura aún a riesgo de llevar a la inviabilidad a los clubes... en lugar de ayudarlos a subsistir hasta que cristalicen sus oportunidades económicas. Y como hemos visto igual con la Segunda B. Rubiales engrandece, promete e incumple ¿hasta cuando?
Un saludo del Abu