Cuando empiezo a escribir estas líneas tengo sensaciones contrapuestas. Por un lado he podido ver a mi gente durante varias horas, con las risas, los buenos ratos y las comidas y bebidas que sólo pueden encontrarse en tierras riojanas, además de poder ir a las Gaunas tras varios años y una pandemia. Por otro lado me vuelvo a venir con la desazón de una derrota que se suma a la que sufrí en Majadahonda. En fin, mi vida no puede tener satisfacciones continuadas...
Esta historia comienza una semana antes. Había confianza en el partido contra la "Cultu". Y de hecho salvo en cuanto al gol, fue el partido perfecto. Muy buen juego, llegadas, prácticamente ningún error atrás, ocasiones... y sólo un gol además de un fallo en el punto de penalty. La Cultural fue un equipo que aguantó el temporal, generó algunas contras y aprovechó un balón parado para marcar.
Muchos puntos de vista generó el capítulo 1 de querer y no poder. Personalmente nada se puede echar en cara a un equipo que va muy por encima de sus expectativas y sus necesidades. Es cierto que no se puede perdonar tanto, pero cuando la pelota no quiere entrar... es lo bonito del fútbol, tener tres ocasiones y meter dos un día y tener ocho y marcar un día el siguiente, puede pasar todo.
Unos días después pude por fin viajar a tierras riojanas con motivos futbolísticos. Había un motivo oculto, quitarme la espinita de este verano médicamente accidentado por el ingreso de mi padre y mi fractura en el brazo. La pega del viaje estuvo en la niebla que me persiguió en la ida y en la vuelta.
Por lo demás, gracias a Fede, Alex, José Antonio y José Mari que me recibieron como un rey en Calahorra y me tenían preparado un pequeño recorrido con terraza y vermú en Calahorra y este manjar que ellos llamaron arroz con bogavante y que aunque parezca imposible sabía y olía mucho mejor que lo que parece en la foto. Hasta vino a saludar una estrella del fútbol como Jorge Herce. En fin, un sueño.
Tras la degustación, la sobremesa y el debate, tocaba volar a Logroño para ver el partido. Queda claro que el Real Unión había analizado perfectamente a la Sociedad. Además de las ideas claras y la disciplina espartana, demostraron un tono físico de caballos percherones para sostener la defensa adelantada al centro del campo y la presión en nuestra salida de la pelota.
No hubo alternativas, no hubo un jugador que lo pudiera resolver. La Sociedad se partió entre la defensa que se encontró con el marrón de sacar la pelota y que casi siempre tenía que volver atrás, los centrocampistas a los que se obligaba a jugar de espaldas y los que demás que esperaban en vano que el balón llegase.
Tuvieron ocasiones Soberón, Sandoval y Jon Ander. Pero sólo hubo premio para una contra mediado el segundo tiempo del Real Unión. Estacazo final. Lo demás practicamente no importó, ni siquiera el 0-2. Todos sabíamos que estaba todo el pescado vendido.
¿Qué nos queda? Pues es un partido para estudiar con mucha calma. Pocos rivales podrán plantear y llevar a término un partido así. Pero tendrán que trabajar los apoyos a la salida de la pelota y evitar que el equipo se parta de esta forma.
Poco puedo decir a la gente que vino a las Gaunas y que animó todo el partido. Poco las Gaunas ocupan pero lo llenan con su entusiasmo y calor. Ojalá sigan así y no reparen en gafes que podamos ir puntualmente. A todos espero verles en Matapiñoneras.
La aventura terminó con una breve visita a mi añorado Muro (un exorcismo en el lugar de aquella caída en la que me fracturé, incluido), y tratando de evitar con derrota la niebla hasta que llegué a casa reventado.
Ojalá pueda volver pronto. Guardad bien todo aquello. Nos vemos. De verdad gracias a todos. Mis disculpas a todos los que no pude saludar o dedicar el cariño que debía. Es en estos casos cuando me sale esa estúpida timidez. El problema soy yo.
Un abrazo del Abu.
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