miércoles, 13 de octubre de 2010

Descanse en paz, Don Juan Carlos Arteche



La verdad es que en los tiempos de crisis que corren, parece que lamentar como propia la muerte de un futbolista (de esos privilegiados que en un mes, es posible que ganen más que un servidor en toda su vida) es un gesto frívolo. Puede ser.
No obstante, Arteche jugó en mi Aleti en los años anteriores al boom televisivo y a los cracks mediáticos, cuando todos los clubes eran sociedades filantrópicas sin ánimo de lucro y cuando sólo un partido se daba por la tele. Ignoro lo que pudo ahorrar, pero como otros muchos, se tuvo que dedicar a otros menesteres cuando dejó el futbol, así que tan privilegiado no era.
Esta mañana me he levantado con la noticia de su fallecimiento por un cáncer. La verdad es que lo desconocía, aunque he escuchado parte de una entrevista concedida a el Larguero hace un año. Sus respuestas eran las mismas que las que daba en el campo de futbol. Él, seguramente, no hubiera cabido en el futbol actual, nunca fue un estilista, ni dominaba la salida de la pelota. Eso sí, los errores tácticos que se cometen hoy día, por jugadores más completos y técnicos que ocupan su puesto, era difícil que él los cometiese. Su disciplina y su lucha era su fuerte y estoy convencido de que ha luchado hasta el final, pero el cáncer es más duro que el mejor delantero.
Le conocí cuando estuve de voluntario el día del centenario del Aleti. Casualmente le tenía al lado cuando nos dispusimos a sacar un trozo de la kilométrica bandera al cesped durante la celebración. Bromeamos acerca de su no participación en el partido de veteranos con el Athletic de Bilbao. Decía que no quería eclipsar a ninguno de los otros participantes.
Siempre he dicho que aquel Aleti que entrenaba Luis, (con Arteche jugaban Marina, Julio Prieto, Rubio, Pedraza, Ruiz... y muchos, hasta el Hugo Sánchez anterior a ser más madridista que Bernabeu) no decepcionaba ni perdiendo, salieran las cosas bien o mal. Sabías que todo quedaba en el campo y que el rival o era mejor o tenía que tener suerte en lo que hiciese. Hoy... bueno, digamos que alguna duda dejan.
Pero Arteche era especial. Siempre estaba ahí. Llegó hasta a jugar con la selección y recuerdo como le metió un gol a Albania en un partido cuya imagen parecía codificada. Cosas del antiguo régimen comunista...
Me queda, además de aquella conversación, aquel partido que íbamos perdiendo con el Betis 1-3 faltando 10 minutos y que se remontó gracias dos goles suyos. El 4-3, de falta directa, le costó romperse el menisco y una lesión de tres meses (nunca supe cómo se apañó para meter el gol y lesionarse en esas circunstancias).
Otra era su fama de leñero (su uso del codo... "el moquero", que decía entre risas). En un partido contra el Madrid en el Bernabeu, harto del repaso que nos daba Santillana lo lesionó. Dijo después del partido con toda frialdad que clavarle los tacos en el tobillo serían un par de semanas y... acertó.
Por último, como bien comenta el Tomi en su blog, abrió los ojos a los aficionados sobre la gestión de Jesús Gil. Lo despidió por las bravas acusándole de mantenerse en el club por amiguismo. En magistratura de trabajo los cargos que presentó contra Arteche fueron literalmente "fumar y vender zapatos". Obviamente el despido fue declarado improcedente.
Descansa en paz, amigo. Gracias por todas esas tardes y todos los recuerdos.
Un abrazo
Jesús (a.k.a. Abu)