martes, 21 de diciembre de 2021

Jardines riojanos, una aproximación


La verdad es que cuando voy a La Rioja, voy a mis queridos Cameros de vacaciones o a Logroño bien a dar un paseo, de tapas o a ver a mi querida SDLog. Pero tengo que reconocer que lo que me va es ver jardines, si bien no soy de meterme en ellos, especialmente los ajenos, así que me quedo contemplándolos o analizándolos en la distancia. 

Ya que tengo ocasión de usar apps y redes sociales, me voy a quedar con dos que me resultan próximos, el de Logroño y el de Calahorra. Hay otros, pero la vida no me da para ir más allá.

- Logroño: Este jardín siempre tuvo pretensiones de grandezas pasadas, si bien los paseantes de otros tiempos no terminaban de volver a sus sendas. Quiso ser moderno y adaptarse a las formas empresariales de gestión y con el paso de los años, aunque le costó muchos intentos, quiso pasar de jardín con pretensiones a jardín botánico. No conozco bien la historia, pero el proyecto volvió a la casilla de salida. Seguramente el jardinero y su supervisor no estaban preparados o no tenían las herramientas adecuadas.

Este año tuvieron que montar el jardín casi de cero. Un nuevo supervisor y un nuevo jardinero, con un semillero novedoso, pero casi todo traído de última hora. Algunas herramientas quedaron de la experiencia botánica. Del conjunto se decía que podía ser superior a aquel prometedor pero fallido jardín botánico.

Sin embargo, aunque los primeros brotes fueron prometedores, parte del semillero requería plantar con mucho tiento y tiempo. La floración sería tardía pero los arbustos que ya estaban saliendo serían suficientes para competir con el resto de jardines de otras tierras. Además no usaba una circulación del riego continua, sino puntual en según qué zonas.

Y al principio pareció funcionar, no aparecían plantas bellas, pero sí brotes altos y robustos, aunque pronto el crecimiento paró. Quizá el supervisor no había juntado un buen semillero, se echaban de menos plantas prometidas. Y el jardinero se contentaba con plantar estacas en el centro del jardín, teniendo bien medidas las distancias del mismo, pero sin dar con la disposición correcta.

Dicen que el supervisor depende mucho de las decisiones corporativas y que éstas tardan en llegar. El invierno no es el mejor momento para cambiar la composición del semillero... eso sí. 

 

- Calahorra: Este es el jardín de una ciudad pequeña. Ojo, por algún estúpido motivo, esto significa que los que vivimos en sitios más grandes desdeñamos este tipo de jardines. Y la realidad es que sus paseantes suelen, por pequeño o limitado que sea, desarrollar un orgullo sobre ellos, un apego y una pertenencia, que los hace muy especiales. Tal vez nunca lleguen a las grandes categorías de jardines, no sean muy vistosos, pero suelen ser fiables y muy competitivos.

Al tener mucho más tiempo que otros, tienen cierta costumbre de adaptarse a los cambios de jardinero, supervisor y semillero y como este año, tenían los deberes hechos con tiempo, pero las primeras semanas trajeron brotes sin sustancia y casi ninguna floración. En muchas zonas un simple cesped con tonos marrones y ningún asomo de setos o plantas con alguna personalidad ni robustez.

El jardinero, nuevo en la zona, no parecía entender la manera de ser del jardín, pero prometía trabajo. Sin embargo el supervisor y los paseantes tenían confianza y paciencia y ponían esa cara de desdén a los que desde fuera recordaban el tamaño del jardín y entre dientes mascullaban que ya llegaría su momento.

Incluso un día llegaron los vigilantes de los jardines, por si acaso se había usado algún pesticida prohibido (esto me recuerda aquel jardín que hoy es una montaña de escombros y da paso provisional a una autopista, en la que también entraron los vigilantes, pero aquellos pesticidas resultaron ser ciertos y muy tóxicos, mejor no sigo...). Todo parecía ir mal.

Y un día, con sólo unos pequeños cambios de abono y de colocación de algunas plantas, no apareció una floración de concurso, pero sí unos rosales altos que no dejaban pasar las corrientes rivales y mostraban espinas muy útiles junto a unas pequeñas flores de diversos colores y los paseantes vieron recompensada su paciencia y mostraron movimientos afirmativos de la cabeza con disimuladas sonrisas.

La temporada de festivales de jardines es larga, pero aquel trabajo parece ir por buen camino y no parece ser necesario buscar cambios en el semillero en invierno más allá de un ajuste puntual.

¿Me tengo que dedicar a mis jardines? Seguramente, pero creedme que es en lo que más tiempo paso. En breve estoy con ello.

Dedicado a Ángel y Miguel y también a Héctor, quienes me han demostrado que se puede hablar de fut... esto jardines tranquilamente. Ojalá pueda hablar con ellos pronto en una terraza con una buena cerveza lejos de pantallas, teclados y redes.

Un saludo del Abu

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